miércoles, 2 de junio de 2010

Grupos vulnerables, género y salud

Introducción

Ya casi terminamos el curso, nos falta muy poco. Si ustedes se dan cuenta, en estas últimas partes del curso estamos tratando de mostrarles, a través de los textos de trabajo la aplicabilidad que tiene la sociología en el ámbito de la salud. Es decir, que la sociología no es sólo rollo, sino una manera diferente y profunda de ver y sentir la sociedad así como los problemas y fenómenos que en ella se presentan.

Al desarrollar, como ustedes lo han hecho en sus diferentes tareas y trabajos, este punto de vista profundo, regularmente se descubre y se encuentra que las explicaciones e interpretaciones de los problemas, las problemáticas y los fenómenos sociales, tienen un origen no tan agradable. En eso nos quedamos la semana pasada cuando empezamos a hablar de la desigualdad y de la exclusión.

Como ustedes recordarán, señalamos que la exclusión social tiene consecuencias en muchas áreas y ámbitos: trabajo, vivienda, salud, educación, acceso a los servicios del Estado, etc. En general, tiene implicaciones en todas las dimensiones que hacen posible la calidad de vida de las personas de forma cotidiana.

Igualmente revisamos las relaciones entre pobreza, marginación y exclusión, fenómenos que suelen ser utilizados como sinónimos, pero que no lo son, ya que cada uno tiene representaciones muy específicas y que se relacionan entre sí.

Por su parte, la pobreza hace referencia a la imposibilidad de obtener los satisfactores materiales necesarios para la vida, como alimentación, vivienda, vestido, etc. En cambio, la marginación hace referencia a la falta de acceso a algo, por ejemplo, la falta de acceso a la educación de los migrantes que no hablan la lengua del lugar donde llegan a vivir. Vale la pena recalcar que la marginación no sólo tiene que ver con la pobreza en términos de recursos, sino que hace referencia al no-acceso.

Finalmente la exclusión se relaciona con el estar fuera de, en todos los sentidos. Este concepto nos habla de la falta de relación de unos grupos con el resto de la sociedad. La exclusión se caracteriza por el hecho de que un sector de la sociedad rechaza a otro y otros grupos, es decir, tiene que ver con formas de vida y conductas que la mayoría de la sociedad considera indeseables.

Esta semana retomaremos algunos de estos conceptos para hablar lo que se conoce como grupos vulnerables, en primera instancia, y algunas cuestiones de género que se relacionan con estos conceptos, en segunda.

Grupos vulnerables

Empecemos con algunas definiciones. Vale la pena pedirles que estén atentos a la exposición que haré porque en ella (es decir, en la exposición) está presente la manera en la cual se aborda el estudio de estas cuestiones desde la sociología y su impacto en el proceso de salud-enfermedad-salud.

La vulnerabilidad es entendida como un conjunto de factores socio-económicos, socio-culturales, político-administrativos, sanitarios e individuales que hacen a las personas y grupos sociales más susceptibles de contraer enfermedades. De esta manera, por las implicaciones que tienen, la exclusión y la extrema pobreza actúan como factores decisivos a la hora de contraer o de agravar algunas afecciones.

La vulnerabilidad siempre implica que la persona tiene que ser vulnerable [puede ser herido o recibir alguna lesión física o moral] a alguna circunstancia: a ser atacado, a pasar hambre, a caer enfermo, a morir, etc., es decir, se trata de un término asociado al sufrimiento o expresado de otra manera, a cualquier situación en la existan personas con carencias críticas. Así, en todo lugar y momento en el que se producen situaciones de riesgo, las personas vulnerables son las que tienden a sufrir. (Estébanes, p. 65)

Siguiendo el concepto multicausal (es decir que para su explicación y análisis habrá que tomar en cuenta muchas y diversas causas) y dinámico (es decir que habrá que tomar en cuenta en qué circunstancia y contexto social y cultural se está hablando) de la salud, se han tratado de agrupar aquellas condiciones de vulnerabilidad que presentan los diferentes grupos sociales a través de indicadores, mismos que están interrelacionados y explican la situación de vulnerabilidad:

1. Indicadores de vulnerabilidad relacionados con los factores que determinan el nivel de vida (características socioeconómicas, administrativas, legales y ambientales);

2. Indicadores relacionados con las características biológicas, las creencias y los indicadores del individuo;

3. Indicadores que muestran la vulnerabilidad individual según el grado de acceso y uso de los servicios de atención en salud;

4. Indicadores de vulnerabilidad psicosocial que determinan el grado de socialización, nivel de integración y / o la participación social.

Así, se considera persona o grupo vulnerable a aquellos en donde se presenten al menos alguno de los indicadores antes mencionados.

Con base en lo anterior, se puede señalar que en cada sociedad pueden existir distintos grupos vulnerables, pero de manera general se han establecido algunos que son una constante: los niños, los adultos mayores, mujeres, las llamadas minorías étnicas, minorías sexuales y minorías sociales (alcohólicos, drogadictos, prostitutas, personas que viven en la calle).

Los grupos mencionados anteriormente se consideran grupos vulnerables porque su limitada capacidad de acción y debido a que la toma de decisiones está delimitada por las dependencias, es decir, dependen de algo o de alguien.

Para ayudar a comprender mejor, los niños son grupos vulnerables porque en su calidad de menores de edad dependen de sus padres o tutores, por lo tanto “no pueden” tomar decisiones por sí mismos, ya sea en cuestiones de salud, educación, etc.

Los adultos mayores son grupos vulnerables más o menos por razones semejantes a la situación de los niños, aunque en este caso no es su incapacidad para tomar decisiones, sino su dependencia económica lo que los limita.

Las mujeres son consideradas grupos vulnerables porque tradicionalmente son dependientes económicamente de su pareja, y en la mayoría de las sociedades siguen siendo tratadas como menores de edad, no tienen poder de influencia real respecto a las decisiones al interior del hogar. Cabe señalar que estas situaciones están cambiando profundamente a un ritmo acelerado (más adelante trataremos algunas de estas cuestiones).

Finalmente las minorías, tanto étnicas, sexuales y sociales, son consideradas grupos vulnerables porque sus formas de vida son distintas de las del resto de la sociedad y por lo tanto son sujetos de discriminación.

En términos generales lo que caracteriza a los grupos vulnerables es precisamente su vulnerabilidad, es decir, que ante cualquier situación que se presente están “predispuestos” a sufrir las consecuencias.

Es importante recalcar aquí que cada grupo social puede ser vulnerable dependiendo de qué estemos hablando, por ejemplo, los hombres son más vulnerables a las muertes violentas y por accidentes, esto tiene una relación directa con sus formas de vida.

Así cada grupo tiene sus “vulnerabilidades”, aunque de manera general se han considerado como prioritarios a algunos indicadores y factores que están presentes en todas las sociedades y en los diferentes grupos sociales, debido a las constantes repercusiones de esta vulnerabilidad en su calidad de vida y acceso a los servicios.

Género y salud

El género es uno de los grandes factores que determinan la salud, la enfermedad y la muerte de los individuos, junto con otros como la clase social y el origen étnico.

La división social de género adscribe a hombres y mujeres oportunidades, roles y responsabilidades diferentes y específicas para cada uno.

La división social de género establece para los hombres y las mujeres papeles, funciones, prácticas y relaciones sociales entre ambos y para ambos; se sustenta generalmente en una situación desigual que se construye a través de la intervención (explícita –es decir de manera clara y abierta- y/o implícita –es decir sin querer queriendo-) de las instituciones sociales (familia, estado, iglesia).

No obstante, en la división social de género también influyen una serie de elementos culturales: sistemas simbólicos que están presentes en las diferentes formas de lenguaje, en las costumbres y ritos, los sistemas de normas y valores, así como en las identidades que sirven de base para organizar nuestras formas de pensar, sentir y relacionarnos.

Así mismo, esta situación tiene impacto en la diferenciación de los patrones de salud y enfermedad: de acuerdo con el sexo, hombres y mujeres experimentan diferencias en sus ciclos de vida y en los diferentes patrones de enfermedad.

Por otra parte, la perspectiva de género nos descubre un mundo en el que lo masculino y lo femenino no se encuentra determinado solamente por la biología, sino por la cultura, es decir por procesos de diferenciación e inequidad que cruzan nuestras culturas y que determinan lo que “corresponde” a las mujeres y lo que “corresponde” a los hombres.

Esta situación tiene hondas raíces. Cada persona se ve inmersa en un determinado proceso de educación y socialización, en el que desde el momento de nacer predomina, en mayor o menor medida, la diferenciación por género.

Los hombres y las mujeres son (¡somos dijo el otro!) socializados de manera diferente, lo que implica tener un acceso desigual a los recursos y afrontar diferentes y de manera distinta una serie de riesgos, retos y problemáticas

Cuando hablamos de la relación con el proceso salud-enfermedad-salud tenemos que también existe una amplia gama de situaciones dignas de tomar en cuenta todo el tiempo.

Así, vivir con la diferenciación de género tiene diferentes implicaciones concretas pues las representaciones que incorpora la cultura actúan con fuerza y contundencia en la salud de hombres y mujeres; por ejemplo:

· ¿Cuántos hombres con molestias que pueden ser síntomas primeros de lo que posteriormente pudiera resultar en cáncer de próstata permiten el desarrollo del tumor al no buscar ayuda y someterse a un tacto rectal?

· ¿Cuántas mujeres se ven impedidas o limitadas para tomar acciones preventivas contra el cáncer cérvicouterino o mamario por sus creencias en torno al cuerpo o la sexualidad, o por la oposición de sus maridos?

· Varios estudios han demostrado que las mujeres asisten más al médico y son atendidas con mayor frecuencia y tempranamente que los hombres.

· En el caso de los varones, la sobremortalidad por accidentes, enfermedad cirrótica del hígado y homicidios está ligada a comportamientos de riesgo culturalmente considerados masculinos.

· El cáncer cérvicouterino y de mama se ubican como las principales causas de mortalidad femenina, siendo que son enfermedades prevenibles y tratables.

· Las mujeres ven afectada su calidad de vida por padecer por más tiempo enfermedades crónicas y discapacidad, mientras que los hombres no tienen este problema porque su estilo de vida reduce su longevidad.

Como se puede apreciar, el género tiene un impacto diferencial en la salud de hombres y mujeres en algunas de las siguientes cuestiones: seguridad alimentaria, VIH/SIDA, tabaquismo, salud ocupacional, salud mental, enfermedades infecciosas y violencia; aunque siempre hay que tomar en cuenta que la problemática en torno al género y la salud no es homogénea en todas las regiones del planeta, ni al interior de los países, ni al interior de las comunidades, ni entre los diferentes grupos sociales, pues la condición de género varía en función del desarrollo económico, la cultura, la clase social, la etnia, el grupo de edad y la orientación sexual.

Tratemos de hacer una articulación de los temas que estamos analizando en esta ocasión.

La distribución de enfermedades, el acceso a los servicios médicos, la atención a la salud, las condiciones de salud y trabajo, así como la manera en como se perciben estos aspectos, son distintas para y entre hombres y mujeres. Por ejemplo, la enfermedad y la muerte de las mujeres están íntimamente relacionadas con su papel protagónico dentro de la reproducción biológica.

La capacidad reproductiva pone a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad biológica que, aunada a las condiciones sociales y económicas, limitan su acceso al bienestar y a un mejor estado de salud. La mortalidad materna es un reflejo de esto.

La vulnerabilidad relativa al género es un destacado factor en el campo de las desigualdades referentes a la salud. En este sentido, la información que existe muestra de una forma seria y sistemática la desventaja que supone pertenecer al género femenino… las mujeres se muestran más vulnerables ante ciertos problemas de salud debido a las condiciones de desigualdad, inferioridad y sumisión que aún caracterizan al género femenino en casi todas las sociedades. Dicha desigualdad conlleva a un menor acceso a la información, los recursos y la educación que son los tres pilares de la promoción de la salud. (Estébanes, p. 72)

La equidad implicaría la actuación oportuna de los sistemas de salud, educativo y económico, en aquellas enfermedades que sean prevenibles, de acuerdo con las necesidades y condiciones propias de cada género, en relación con el panorama de morbilidad y mortalidad de un país, una sociedad o un grupo social y cultural.

Conclusión

A lo largo de esta unidad hemos venido revisando algunos aspectos sociales que impactan en la salud, en este caso revisamos algunas cuestiones de vulnerabilidad y género.

Evidentemente estos son temas muy amplios que podrían llevar un semestre completo, por ello es importante recordar que la idea aquí es dar un panorama general de los diversos factores sociales que tienen un impacto en la salud de las personas.

En este caso es importante reconocer las diferencias que se producen debido al acceso diferenciado a los satisfactores básicos necesarios, como son salud, educación, vivienda, etc., cada uno de los grupos sociales tiene derecho a ellos, pero no todos tienen un acceso real, ya sea por cuestiones de pobreza, marginación o exclusión.

Hay grupos que son una constante dentro de estas categorizaciones, uno de ellos son las mujeres, diversos autores proponen diversas explicaciones al respecto, la más común es la menor valoración de la mujer dentro de las sociedades.

Igualmente el papel reproductor de la mujer define muchas de sus “capacidades”, pongo capacidades entre comillas para hacer notar que las mujeres son definidas en base a su capacidad de ser madres, así sus actividades quedan determinadas por papel reproductor.

Resulta interesante que siendo las mujeres las que se ocupan de la salud de la familia sean las que más mueren de enfermedades prevenibles, varios autores que tratan de explicar este fenómeno lo relacionan a la poca valoración que dan las mujeres a su salud, cuidan la salud de todos menos la de ellas.

También es importante recalcar aquí que las cuestiones de género no sólo tienen que ver con las mujeres, sino también con los hombres, porque también sus formas de vida y comportamiento tienen un impacto en su salud, por ejemplo hay enfermedades “típicas” de los hombres, como el alcoholismo, y podemos encontrar explicaciones a esto desde la cultura, en que se nos enseña que los hombres “deben” beber, o ser sexualmente más activos, etcétera.

Evidentemente hablar de generalizaciones en estos temas es poco conveniente, pero hay comportamientos constantes alrededor del mundo, mismos que son tratados en los temas vistos con anterioridad.

Finalmente, recuerden que el objetivo de revisar estas temáticas es reconocer cómo los factores sociales impactan en nuestra salud para así poder idear mejores técnicas de prevención y atención de las enfermedades.

Bibliografía

· ESTÉBANES, Pilar (2002), Exclusión social y salud, balance y perspectivas, Barcelona, Icaria Editorial.

· González, Soledad (comp.) (1995), Las mujeres y la salud, México, El Colegio de México

· Keijzer, Benno (2003), “El género y el proceso de salud-enfermedad-atención”, Género y salud en cifras, I (3), pp. 3-7

· Pedrosa, Laura y Yanes, Mariana (2004), “Género, salud y equidad”, Género y salud en cifras, II (1), pp. 6-10

· Rico, Blanca y Pamplona, Francisco (2003), “Equidad y género en salud”, Género y salud en cifras, I (1), pp. 3-5

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